miércoles, 26 de mayo de 2010
Y LLEGÓ LA RED
miércoles, 12 de mayo de 2010
LLUEVE
lunes, 10 de mayo de 2010
LOS JUZGADOS, LOS JUICIOS Y LOS JUECES
Los juzgados, los juicios y los jueces siempre han sido noticia. Pero últimamente han ido adquiriendo una mayor notoriedad por la relevancia de algunos casos que están en la palestra política y en las portadas de la prensa. Ahí están los casos Matas o Gürtel; el Tribunal Constitucional; el caso (o más bien casos) del Juez Garzón; en Cantabria los casos de derribo o la paralización de la variante de Comillas.
Como todo, hay diferentes criterios y argumentos para cada postura, seguramente fundados. Yo, honestamente, debo confesarme absolutamente lega en la materia, por lo que, a falta de mejor juicio (nunca mejor dicho), procuro aplicar la lógica y el sentido común. Y ambos me llevan a una obviedad: a todos los ciudadanos se les debe conceder la presunción de inocencia en tanto no se pruebe su culpabilidad; los procesos a los que se les someta deben seguirse con todas las garantías del Estado de Derecho; y que, entre los ciudadanos, lógicamente, también se incluyen los jueces que cuentan con los mismos derechos y están obligados a las mismos deberes.
A los juzgadores, por su parte, les es exigible objetividad y rigor en su instrucción así como ponderación en el juicio que debe ajustarse en todo momento a las leyes; y hacerlo limpios de cualquier otra afectación ideológica, religiosa o política, puesto que son los garantes de su cumplimiento.
Creo que esto, como digo, es una obviedad y nadie lo discute. Sin embargo, aunque todos partimos de las mismas premisas cada uno de nosotros llegamos a conclusiones diferentes. No hay más que leer a diario las distintas posturas de unos y de otros, a veces enconadas y agrias. El Juez Garzón es el paradigma de la contradicción entre unas posiciones y otras: víctima de una venganza y persecución o ciudadano sujeto a las leyes sin más trastienda. La demora del Tribunal Constitucional en definir una sentencia definitiva levanta ampollas entre los nacionalistas y los partidos socialista y popular, especialmente por la no renovación de algunos de sus cargos y la ideologización de sus miembros. Las diferencias parecen irreconciliables.
En los casos de Cantabria, las sentencias han despertado desacuerdos más o menos explícitos por el perjuicio económico y social que provocan. Le siguen recursos para la revisión de las sentencias y propuestas para solucionar las irregularidades administrativas que las ocasionaron.
En definitiva de lo que se trata es de que el poder judicial, como pilar fundamental del Estado (junto al legislativo y el ejecutivo) debe actuar, por su propia naturaleza, con objetividad y valorando todas las premisas y condicionantes que entran en juego. Sin embargo, en muchas ocasiones difícilmente pueden sustraerse a presiones de todo tipo y en todos los sentidos, igual que los otros poderes. Y además, cada día con más frecuencia, también está sometido a la crítica y a la opinión pública, por poco que guste ejercer la responsabilidad bajo la lupa de todas las miradas; de igual modo que lo están Gobiernos y Parlamentos.
Como ejercicio humano que es, la justicia no es infalible. Por eso el mismo procedimiento jurídico prevé mecanismos que garantizan la posibilidad de corrección o rectificación en otras instancias.