viernes, 25 de noviembre de 2011

EL DERECHO A PENSAR DIFERENTE


Reclamo mi derecho a pensar diferente. Parece una obviedad. Como derecho, lo tengo reconocido constitucionalmente desde hace más de treinta años. Sin embargo con este derecho ocurre como con el de la igualdad de géneros. Nadie lo pone en tela de juicio pero aún las mujeres cobramos menos por el mismo trabajo, tenemos menor presencia en puestos de responsabilidad, llevamos la carga doméstica....

No es ocioso lo que digo porque últimamente prima la homogeneidad, prima lo monocromo que se expande como una epidemia, como una fuerza centrípeta irresistible. Y algunos nos rebelamos. Y los que nos resistimos a esa corriente nos colocan en un "limbo". Se nos niega la utilidad, la posibilidad de tener entidad propia, convicciones sinceras y reales.

Por eso reclamo mi derecho a disentir, a estar unas veces a favor y otras no. A estar de acuerdo con unos y también con otros sin cometer por ello delito ideológico. Reclamo mi derecho a tener ese sitio equidistante de muchos y coincidente de muchos también. Me niego a pensar lo que me dicten los dioses de la comunicación todopoderosa. Me niego al maniqueísmo, a la alternancia sin alternativa. Me niego a volver a la Restauración y quiero un siglo XXI más abierto, sin fronteras políticas ni mentales. Sólo el reino del pensamiento libre en libertad.Y reclamo que nadie me sustraiga ese derecho, ni me condene al ostracismo por ello.

Y es que corren malos tiempos para los diferentes.


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