viernes, 9 de octubre de 2009

CUANDO ERAMOS RICOS


Los últimos años para España, antes de la manida crisis, fueron buenos tiempos para la gran mayoría, y magníficos para algunos. Nuestro país crecía por encima del resto de Europa, a un ritmo desconocido hasta entonces; teníamos unos niveles de empleo que permitían que los españoles eligiéramos los puestos y fueran los emigrantes, que comenzaron a llegar a borbotones, quienes hicieran el “trabajo sucio”. El Estado disfrutaba de unas cuentas saneadas y se podía permitir ejercer con generosidad lo de el “Estado del Bienestar”.

Y llegó el año 2.008 en que todo comenzó a caer como un gran castillo de naipes. La “burbuja inmobiliaria”, de la que todos hablábamos pero en la que todos soplábamos para seguir inflando comenzó a perder aire.

Siendo justos, deberíamos reconocer que el sector de la construcción tiene su cara y su cruz. Ciertamente éste tiene un enorme efecto multiplicador sobre otros: materiales de construcción, mobiliario, electrodomésticos, transporte....y permite el crecimiento de la recaudación de las administraciones (local, regional y nacional). Por tanto, hay que concederle la importancia que tiene y dejar de demonizarlo.

Sin embargo, haciendo un sencillo análisis de lo que ha sucedido en nuestro país, sin necesidad de recurrir a sesudos expertos, todos podemos ver que los empleos generados en este sector son eminentemente frágiles, muy lejos de la solidez del sector industrial en el que nos ganan por goleada en Europa; y que la ambición por el enriquecimiento fácil y rápido plagó el sector de especuladores y arribistas.

En conclusión, llegamos al día de hoy en que la caída de la construcción (simplificando el asunto) ha generado una cascada de males en nuestra economía. Y el Estado, paternal, que ofrecía cada vez más y más cobertura social y servicios públicos gratuitos, se encuentra ahora en serias dificultades para afrontar todos esos gastos.


A nadie le gusta pagar, ni directa ni indirectamente. Pero tenemos que ser consecuentes y cuando toca sacrificarnos porque nos va el bienestar del país en ello hay que hacerlo. Y además debemos hacerlo en la medida de las posibilidades de cada uno. Porque la justicia está en eso. La justicia y el deber. De otra forma, no queda otra que aceptar que el "todo gratis" ya no vale.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Doña.
Llevas mucha razón en lo que dices, pero en este país de "espabilados y pillos" en cuanto hay un negocio próspero todos se apuntan, a costa de quien haga falta, y los constructores se multiplicaron cuando iba todo viento en popa.
Mira que me joroba darle la razón a ZP, pero hay que cambiar el modelo industrial,no podemos poner todos los huevos en una sola cesta
Servicios y el sector de energías limpias.. eso es el futuro.
Por cierto, si sabes de alguien que venda un pisito en Madrid a mitad de precio, avisa. Estoy buscando.
Cuidaros.