Eso que dices que "lo que sucede
conviene" es verdad. Es mejor que no puedas venir. Yo he hecho como
siempre: escribir, llorar, hablar de frivolidades, callar y seguir adelante.
Ave Fénix.
Aquellos dos días en la montaña habían sido toda una vida. Me habían devuelto a la vida. Nada existía a nuestro alrededor más que aquella habitación y lo que se alcanzaba a ver por la ventana.
Cosquillas
en la espalda, los dedos rizando el pelo, dos besos en el lóbulo,
caricias en el cuello y me duermes. Luego me giras, de lado y respiras en mi nuca...Al rato me separo, lentamente, para dormir tranquila. Me acurruco en una esquina, no ocupo mucho sitio. No me muevo. No hago ruido...es como si no estuviera. Esperas que me duerma profundamente y comienzas a viajar por mi espalda. Tu sonríes y me susurras "soy un explorador por el mapamundi de tu espalda". Te das la vuelta y ... a dormir! mientras dices "Duérmete,
cariño. Que sueñes con estrellas fugaces que conceden deseos".
¿Dónde quedó aquello?. ¿En un rincón de mi memoria, dándome vida gota a gota en el recuerdo o matándome golpe a golpe en la nostalgia?
Esos ojos estaban frente a mí de nuevo, clavando su intensidad en los míos sin saber hasta dónde de profundo era el dolor o la pena o la rabia o la esperanza.