miércoles, 9 de enero de 2013

LOS PECADOS CAPITALES DE LA POLITICA


Intolerancia, corrupción e incompetencia. Estos son los pecados de  la clase política española que la sociedad arrastra como bolas de preso atadas al tobillo. Son males que no están generalizados pero cuando se  producen combinados y en tiempos difíciles tienen consecuencias  profundamente dañinas para el país en su conjunto.

La mayoría absoluta tendrá algunas ventajas (no siempre las encuentro) pero tiene un gran defecto. Y es que tiende a la arrogancia y la prepotencia de sus poseedores. Y esas son posturas difícilmente compatibles con la capacidad de negociar y de acordar que la ciudadanía y el sentido común consideran necesarias en los tiempos actuales.  Se instala la intolerancia.

La picaresca en algunos casos, la ambición sin  escrúpulos en otros y directamente las corruptelas en  muchos de ellos han convertido a la clase política en una especie de enemigo de la ciudadanía,  muy lejos del servicio público que debe presidir toda acción política.  En España hay en torno a trescientos procesos abiertos a cargos públicos por algún tipo delito. Se extiende la corrupción

Los graves problemas que esta sufriendo la economía y que trascienden a la sociedad en forma dolorosa, con incremento de pobreza, perdida de derechos y mayores desigualdades no acaban de encontrar solución donde necesariamente deben tenerla que es en los Gobiernos.  La sociedad percibe la situación como fruto de una incapacidad política para dar salida a sus problemas, cada día más acuciantes. Se manifiesta la incompetencia.

En una situación critica como la que vivimos estos pecados son percibidos si cabe con mayor gravedad. En cuestiones vitales para un país como la recuperación económica, el sistema educativo y sanitario, la financiación y la fiscalidad,  la estructura del Estado....los acuerdos entre  los partidos políticos no sólo son aconsejables sino imprescindibles si se quieren resultados sólidos y duraderos.  Que los ciudadanos vean en los responsables políticos limpieza, compromiso, responsabilidad y honestidad es absolutamente necesario para ganarse respeto y credibilidad.  Pero ademas deben ser capaces de defender los intereses de los ciudadanos a los que se deben; que haya una correspondencia entre lo que se ofrece y lo que se ejecuta, por encima de presiones, réditos políticos, intereses de partido o influencias de cualquier otro tipo:  el bienestar del país debe ser el principal objetivo. Y ese bienestar es incompatible con la intolerancia, la corrupción y la incompetencia.

Los partidos que gobiernan, tanto a nivel regional como nacional, deben ser los gerentes no sólo de la economía sino también de esta "regeneración ideológica". Sólo cuando se reconozcan esos pecados y se haga propósito de enmienda los políticos dejaremos  de ser un problema para empezar a ser la solución. Sólo entonces se comenzará a iluminar el final de túnel. 



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