miércoles, 19 de noviembre de 2008

MI PARAISO


Hacía mucho tiempo que no veía aquellos montes de vegetación exuberante y caprichosamente colorida, justo antes de que los árboles se desnudan definitivamente.
Parecían levantarse sobre el valle de una manera proporcionada y esmeradamente elaborada para formar un paisaje perfecto en el que nada es por casualidad: la intensidad de los verdes y ocres, la frondosidad del bosque, el camino que se aventura por él; hasta el misterioso ruido de hojas y pájaros creaban una melodía cuidadosamente prevista.
Pero una vez allí me pareció que aquél día acaso había sido ayer. Paradójicamente todo parecía tan próximo, tan familiar, tan fresco en la memoria....
Al salir de la curva la carretera dejaba de serlo para comenzar la calle principal del pueblo. Las casas alineadas en hilera, balcón tras balcón, se asomaban al empedrado dando la bienvenida. En ellos los geranios lucían las últimas flores y algunas caras, entre curiosas y asombradas, me observaban desde las ventanas. Sus miradas, lejos de hacerme sentir escrutada, me parecieron cálidas.


Era mi gente, mi pueblo, era mi tierra, mi paraíso

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bendecidos sois aquellos que teneis y disfrutais de ese paraiso.
Besos Doña.